ALEXANDRA BORNHORST
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"En memoria de mi casa soñada"
2020
Collage y pintura sobre plástico negro y lápiz pitt negro sobre papel canson
110 cm x 80 cm
"En memoria de mi casa soñada" parte del proyecto "La casa de al frente" el cual reúne obras de distintos medios con la misma temática: la destrucción de una casa neocolonial para la construcción de un edificio moderno en San Isidro, Lima, Perú

Con esta obra busco poner en evidencia que donde existe el edificio moderno, también existen las ruinas de una casa neocolonial desaparecida. Mi intención en esta obra es proyectar una casa casi fantasmal la cual disfrute tener de vista por doce años y que próximamente será demolida para la construcción de un edificio moderno con departamentos de lujo. En la primera capa, una reconfiguración de la casa neocolonial mediante collage intervenido con pintura blanca sobre bolsas de basura negras tensadas. En la segunda capa, un dibujo en lápiz sobre papel canson, proponiendo la idea de un plano arquitectónico.
La casa de al frente

Me mudé a San Isidro 166 en San Isidro en el 2009, y mis vecinos de la casa de al frente, eran la dirección Santiago Basurco 185, que en parte era mentira, porque la casa ocupaba casi 8,000 metros cuadrados teniendo como dirección tres calles distintas. Siempre imaginé cómo era esta casa por dentro, que por fuera se veía tan elegante, tan extraordinaria, tan para una niña de doce años, perfectamente rosada. Tenía flores naranjas, y una torre como de princesas, y detrás de esos árboles inmensos que entre tapaban la vista a ella, detrás de los portones de madera que nunca los veía abiertos, existía un mundo del que voy a hablar en el pasado, porque mucho de lo que había ya no hay, y se que pronto no quedará nada.

San Isidro en los años 40 era un distrito conocido como “Ciudad Jardín”, porque en la mayoría del territorio habían estas casonas neocoloniales con jardines infinitos, palmeras y árboles. No había casi carros, ni muchos habitantes. En contraste con las últimas décadas, este distrito ha pasado por un proceso de evolución, que si bien ha desarrollado un cambio positivo en el mercado laboral, cultural, comercial y de vivienda, lentamente ha ido consumiendo estos espacios verdes y casonas que se recuerdan como un mito. La casa de la señora Lamotte queda a cuatro cuadras del “Bosque El Olivar”, justo frente al Lima Golf Club, siendo un terreno cotizado en sesenta millones de dólares. En los siguientes años esta casa será demolida para la construcción de un edificio moderno, con departamentos de lujo que superan los mil metros y así desaparecerá mi casa de al frente, mi casa soñada, y de la mano, una naturaleza escondida.

Mi proyecto no sólo trata acerca de mi experiencia personal de visitar y de vivir frente a esta casa durante más de diez años, sino que también busco reconocer la desconexión que existe en el humano hacia lo que parece ser pretérito o inservible pero que en realidad tiene muchísimo valor histórico. Entre el orden y el caos del constante cambio urbano en el distrito de San Isidro, o en general de la ciudad de Lima, uno muchas veces deja de lado los cambios emocionales que vienen de la mano. Pienso que indirectamente la modernización de la ciudad puede afectar a las personas de una manera negativa y considero que existen distintas maneras de crear sin destruir. En un mundo perfecto, se podrían proponer planos arquitectónicos jugando con la idea de adaptar la arquitectura moderna a la antigua sin tener que destruirla en el camino, pero este no es el caso.

Basta caminar cinco minutos por San Isidro para escuchar que entre lo lindo hay ruidos de construcción, el taladro constante, las bocinas, las personas caminan mirando el teléfono, ver que todo se llena de polvo, la grúa llevándose al carro que estaba mal estacionado, el tráfico, la calle cerrada. Puede que suene fantasiosa cuando digo que verdaderamente creo en el poder restaurador que me genera el jardín de esa casa. Aromas que nunca antes había olido y silencios desorbitantes. Es como entrar a otra dimensión, a una que definitivamente prefiero, donde sí existe el típico otoño de hojas secas y castañas por el suelo y donde se respira aire completamente fresco.
"Casa de muñecas"
"Santiago Basurco 185, Pezet 195"